domingo, 6 de marzo de 2011

Día 12. El que se va pa Aguadilla…

13 de febrero de 2011

 A pesar de haber realizado una caminata tan intensa como la de ayer, creo que hoy amanecimos bastante descansados y con suficiente animo como para continuar la travesía. Temprano nos despedimos de los pastores que con tanta amabilidad nos habían prestado uno de los salones de su iglesia para descansar. Como teníamos el carro de Mariana para facilitar algunos aspectos de la logística, decidimos realizar un breve desvío a la PR-2 para ir llenar nuestras barrigas con un buen desayuno y cargarnos de la energía necesaria para continuar la caminata. Después de desayunar, Waldemar y Mariana dejaron a Joel a Miriam y a Mara en el lugar en donde concluimos la caminata el día anterior y así continuar con el segmento correspondiente a este día. Tanto Waldemar y Mariana habían hecho compromisos previos con algunas personas para realizarles entrevistas cerca de esa área así que en esta ocasión tuvieron que soltar los motetes e ir a realizar las mismas. Esta, al igual que la gran mayoría de las áreas que ya habíamos atravesado, era una región de actividad ganadera significativa complementada con áreas de siembras de heno así que ya ustedes saben que implicaba eso: ¡brincar alambres de púa! 

La caminata a través de estas fincas fue de un par de horas hasta que nos topamos con una carretera vecinal la cual tenía en su periferia una pequeña comunidad a la cual no le conocimos el nombre. Llegando a la carretera nos percatamos que la ruta de la extensión de la PR-22 por esta área atravesaría un lugar en donde aparentemente alguien pretendía construir una urbanización. No nos sorprendió para nada que estuvieran abandonados los trabajos de construcción. Era penoso ver como ya habían construido la casa modelo y la caseta del guardia. Habían tirado hasta las cunetas y los postes de luz. Todo estaba abandonado. Parece que aunque un poco tarde, alguien le dijo al desarrollador sobre los planes del gobierno de pasar la autopista por su proyecto así que imaginamos que ante ese panorama decidió abandonarlo. Si este desarrollador se hubiese informado con anticipación sobre los proyectos de infraestructura que el gobierno tenía pensados para esta área, a lo mejor se pudo haber ahorrado los miles de dólares que perdió en el desarrollo de la infraestructura inicial de su proyecto. De igual forma, si el gobierno funcionara eficientemente este no le hubiese otorgado ningún permiso de construcción en ese lugar. ¡Tanto dinero que nos ahorraríamos y tantos dolores de cabeza que nos evitaríamos si hiciéramos las cosas bien! Lo más irónico fue ver un letrero del desaparecido banco Westernbank justo en la entrada de la urbanización que decía: “Inteligentemente financiado por Westernbank”. Ironías de la vida. 


Continuando con nuestro recorrido, nuestro camino a través de las fincas nos llevo en corto tiempo a la intersección de la carretera PR-443 en Aguadilla. Aquí ya teníamos una entrevista coordinada con don Luis, dueño de una panadería local en esta área. La entrevista con don Luis fue sumamente buena y nos trajo una perspectiva que aún no habíamos escuchado: la visión de alguien que ya había atravesado un proceso previo de expropiación. Con tono de desilusión, don Luis nos hizo la historia de la ocasión en la que el gobierno le expropio un pequeño complejo de apartamentos que tenia y de cómo al final del proceso nunca recupero la inversión que había realizado. Pensar en tener que atravesar por este proceso nuevamente llenaba a don Luis de frustración y el sentimiento era evidente en su rostro. Después de bebernos un juguito y compartir un ratito más con Don Luis, su esposa y algunos amigos de la comunidad, continuamos con nuestro recorrido. 

En este segmento realizamos un cruce por un par de mogotes. En uno de estos, Joel hizo un hallazgo algo inusual: un pequeño rodal de arboles de roseta (Xylosma buxifolium). Aunque no es un árbol en peligro de extinción, ciertamente es un árbol poco común de las zonas cársticas de Puerto Rico. El árbol es fácilmente reconocible por la presencia de numerosas espinas en forma de roseta que crecen justo en la superficie del tronco. Siempre donde ves uno de estos árboles crecen un par más de ellos justo al lado, o sea crecen bastante agrupados. Saliendo de este último mogote llegamos a una carretera vecinal que conecta con la PR-443. Llegar a este lugar era la meta del día y ya lo habíamos logrado. Después de un infructuoso intento de conseguir un área para pernoctar cerca de una comunidad al pie de este camino, se nos ocurrió llamar a don Abel Vale a ver si conocía a alguien en el área que nos pudiera echar una mano. ¿Pero porque no llaman a Julissa Nieves?” nos dijo. ¡Claro! En realidad Julissa es buena amiga de muchos del grupo y se nos había olvidado que estaba viviendo acá en Aguadilla. De inmediato la llamamos y con mucha alegría nos recibió en su casa. Allá hablamos con ella y su hija Iroko por buen rato. Nos ofreció la ducha y un súper buen espacio para dormir. ¡En realidad nos salvo la vida! A recargar baterías para los dos días intensos que nos esperan!



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