14 de febrero de 2011
Después de un breve momento de incertidumbre en la tarde de ayer debido a que no teníamos un lugar concreto donde pasar la noche, hoy amanecimos super descansados gracias a la amabilidad de nuestra amiga Julitza Nieves que nos ofreció un lugar para reposar en su casa en Aguadilla. De hecho, July no solo nos brindo alberge, si no también nos obsequio una cucharada de su riquísima mermelada de tamarindo picante la cual es parte de su surtido de mermeladas artesanales hechas con frutas de nuestro país las cuales vende en distintas actividades alrededor de Puerto Rico. En la mañana July nos preparo probablemente el mejor desayuno que podíamos desear. Unos deliciosos panqueques hechos de avena y calabaza que nos brindaron la energía necesaria para la travesía que estábamos próximos a comenzar. Antes de que July nos dejara en el punto donde arribamos ayer, tratamos de organizar nuestros bultos y reducir al máximo la cantidad de cosas que íbamos a llevar. Disminuir el peso era esencial ya que íbamos a tener que caminar por dos días por la Cordillera de Jaicoa, una cadena de mogotes cársticos poco explorados en el extremo noroeste de la Isla por donde la propuesta extensión de la PR-22 pasaría. Debido a cuestiones de logística y seguridad del equipo fílmico, solo Miriam, Waldemar y Joel atravesarían la cordillera. Para la documentación visual, la cámara de Walde era suficiente. Una vez listos, July, acompañada de su hija Iroko, los fueron a dejar en el punto de partida.

El recorrido comenzó a eso de las 9:30 y no pasaron más de 10 minutos para estar completamente inmersos en las entrañas boscosas de esta cordillera. Lo primero que notamos fue una cantidad de caminos abandonados en el primer segmento del bosque. Al parecer en momentos anteriores hubo  movimientos significativos de terrenos los cuales al pasar el tiempo fueron abandonados y ahora la vegetación comenzaba a re-colonizar estos espacios.  A una hora de estar caminando, nos topamos con varias paredes de roca caliza caracterizadas por la presencia de múltiples abrigos rocosos y por la prominencia de las raíces del árbol de Cupey los cuales bajaban decenas de metros desde el tope de los mogotes hasta la base de estos. Más adelante la ruta nos llevo hasta el tope de uno de estos mogotes que serían impactados por la construcción de la extensión. El lugar poseía una vista impresionante hacia el mar en donde también divisamos la isla de Desecheo. Aquí realizamos un pequeño inventario de flora y fauna. Del inventario se destaco la presencia de lo que aparenta ser el Roble Cimarrón (Tabebuia haemantha), especie con la cual no nos habíamos topado aún en el trayecto. Una vez concluido el inventario, proseguimos con el recorrido. A lo largo del mismo notamos la presencia de “flag-ins” en algunos árboles los cuales coincidían con la propuesta ruta de la autopista. Al parecer hubo cierto tipo de esfuerzo previo para hacer el reconocimiento de la ruta a lo largo del bosque.
De aquí en adelante transcurrieron las horas atravesando el monte hasta que nos topamos con algo inesperado. Bajando por una ladera Waldemar se percato de un montículo de rocas calizas que tenia la apariencia de haber sido puesto allí intencionalmente. De momento no le prestamos mucha atención hasta que nos dimos cuenta que más adelante había un complejo de al menos 8 terrazas agrícolas abandonadas que bajaban a lo largo de la ladera hasta llegar al pie de un impresionante sumidero. Inmediatamente entendimos que el montículo de rocas era probablemente el remanente del material de construcción que utilizaron los que construyeron dichas terrazas. Al día de hoy no se conoce mucho sobre las construcciones antiguas de terrazas en Puerto Rico. Si se sabe que tenían propósitos agrícolas y de control de erosión y que fueron construidas por nuestros jíbaros para poder facilitar la producción de alimentos en lugares como el Karso los cuales no eran tan idóneos para esta actividad. También se ha sugerido que muchas de estas terrazas fueron construidas por nuestros indígenas tainos, sin embargo, carecemos de información suficiente para poder realizar dichas distinciones. Una vez documentamos el sitio con fotografías y puntos de GPS, continuamos nuestra travesía abriéndonos paso a través del monte.
 Nuestra meta para este día era llegar a unos mogotes que se encontraban cerca de la parte de atrás del Aguadilla Mall. Aproximándonos a este lugar nos topamos con lo que aparentaba ser una cantera. Al parecer la misma ya no estaba activa, sin embargo el lugar servía como área de depósito de escombros y otros materiales residuales de construcción. De este lugar llegamos a una carretera la cual nos llevo como por obra y gracia hasta la casa de Doña Olga Ríos. Con mucha sed y bien cansados nos acercamos a Olga explicándoles quienes éramos y el propósito de nuestra travesía. Inmediatamente sintió empatía con nosotros y nos ofreció unas botellas de agua. Con timidez le pedimos si podía quedarse  con nuestros celulares para poderlos recargar a lo cual asintió sin titubeos. Olga es una sanjuanera que se había mudado a esta área hace algún tiempo. Su frustración era evidente. Nos contaba sobre la insensibilidad de mucha gente en su comunidad con respecto a los recursos naturales del área. Según ella, esta región es un área de conservación según la designación de la Junta de Planificación y aun así nos comentaba que mucha gente de allí se pasaba talando extensiones de bosque y moviendo material de la corteza terrestre indiscriminadamente sin el permiso del Departamento de Recursos Naturales. También había grandes problemas de vertederos clandestinos y gente que se pasa pegándole fuego a estos. De hecho, varios sumideros del área se habían convertido en vertederos, lo cual preocupaba a Olga ya que ella sabía que estos lugares eran imprescindibles para la recarga de los acuíferos que proveen el agua que ella usa para beber.
Nuestra meta para este día era llegar a unos mogotes que se encontraban cerca de la parte de atrás del Aguadilla Mall. Aproximándonos a este lugar nos topamos con lo que aparentaba ser una cantera. Al parecer la misma ya no estaba activa, sin embargo el lugar servía como área de depósito de escombros y otros materiales residuales de construcción. De este lugar llegamos a una carretera la cual nos llevo como por obra y gracia hasta la casa de Doña Olga Ríos. Con mucha sed y bien cansados nos acercamos a Olga explicándoles quienes éramos y el propósito de nuestra travesía. Inmediatamente sintió empatía con nosotros y nos ofreció unas botellas de agua. Con timidez le pedimos si podía quedarse  con nuestros celulares para poderlos recargar a lo cual asintió sin titubeos. Olga es una sanjuanera que se había mudado a esta área hace algún tiempo. Su frustración era evidente. Nos contaba sobre la insensibilidad de mucha gente en su comunidad con respecto a los recursos naturales del área. Según ella, esta región es un área de conservación según la designación de la Junta de Planificación y aun así nos comentaba que mucha gente de allí se pasaba talando extensiones de bosque y moviendo material de la corteza terrestre indiscriminadamente sin el permiso del Departamento de Recursos Naturales. También había grandes problemas de vertederos clandestinos y gente que se pasa pegándole fuego a estos. De hecho, varios sumideros del área se habían convertido en vertederos, lo cual preocupaba a Olga ya que ella sabía que estos lugares eran imprescindibles para la recarga de los acuíferos que proveen el agua que ella usa para beber. 



 
Hola! Si no es molestia, queria saber donde comensaron a hacer este viaje, que cosas se llevaron. Yo estoy planiando hacer el mismo viaje solo o con un amigo, y planeo estar por lo menos 5 dias en esas areas. Queria saber que me podias recomendar.
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