3 de febrero de 2010
Después de cruzar otro parche de bosque llegamos a casa de Doña Gladys y Don Luis en la comunidad Las Piedras. Hablamos por buen rato sobre la posible construcción de la PR-22 por su comunidad y como esto les podría afectar. Según Gladys, luego de muchos años de trabajo, habían logrado encontrar una casa y comunidad que les ofrecía esa tranquilidad que emana de las comunidades rurales de Hatillo y que dicha construcción ponía en riesgo eso que con tanto esfuerzo había conseguido. Según Don Luis, ya retirado, su plan era "vivir y morir ahí". Después de prepararnos unas suculentas viandas y obsequiarnos algunas frutas, atravesamos una porción de bosque y pastizales hasta llegar al extremo oeste del Barrio Capaez. Aquí nos encontramos con la Sra. Milagros quien muy cordialmente nos ofreció alimento y un área para pernoctar. Aunque prefirió que no la entrevistáramos, nos refirió a su papá, Don Charlie.
Como historiador, Don Charlie conoce muy bien los múltiples recursos naturales y económicos que posee su comunidad y no titubeo en hablarnos. Nos hablo de su pueblo y de todas aquellas cosas que lo distinguen. Planteó que el plan propuesto para construir la extensión a campo traviesa de la PR -22 fragmentaría las distintas vaquerías de la región y como consecuencia se afectaría este acervo cultural y económico de Hatillo. Este reconoció que existen alternativas como convertir la PR-2 a expreso. Llegada la noche, montamos nuestras hamacas casetas para recargar baterías para el siguiente día de caminata.
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