domingo, 13 de febrero de 2011

Día 9. Entre canales y jornales


10 de febrero de 2011

Como de costumbre, hoy partimos en dirección oeste tomando como punto de partida la propiedad de la licenciada Pérez en el Barrio Galateo Alto de Isabela. Temprano en la mañana se unieron al grupo los señores José Laborde y Javier Biaggi, ambas personas destacadas en el campo de la conservación de recursos naturales en Puerto Rico. Por su parte, Laborde ha trabajado con inventarios de la avifauna en diferentes ecosistemas en Puerto Rico y Biaggi tiene particular interés en la ecología de mariposas, particularmente la de la mariposa agudillana. Una vez incorporados al grupo, nos encomendamos a cruzar el primer alambre de púas del día. No pasó ni un minuto cuando nos topamos con uno de los canales secundarios del sistema de riego de Isabela. Aunque los canales de riego de Isabela sean muy conocidos por los divertidos viajes en balsa desde el embalse Guajataca, este canal en particular se encontraba seco. La razón es que este es un canal secundario, que según nos cuenta la gente de la comunidad, solo se llena de agua en el momento en que un agricultor o ganadero compra el agua por metro cúbico. Este canal nos condujo hasta el barrio Arenales Bajo, lugar donde aún hoy se levanta la primera planta hidroeléctrica construida en el 1927. La misma trabajaba por la presión del agua que movía unas turbinas que generaban electricidad para los municipios de Isabela y Aguadilla. Aunque no está funcionando su arquitectura algo abandonada nos remonta a la época en que gran parte de la electricidad de Puerto Rico era producida por plantas hidroeléctricas. 


En esta comunidad coincidimos con doña Ana una energética señora quien lleva 74 años viviendo en la comunidad y residencias de la familia Machado. En seguida nos invitó a sentarnos y dialogar sobre el proyecto, su reacción de preocupación se hizo notar rápidamente. ¿A dónde iré? ¿Cuándo ocurrirá este proyecto? ¿Dónde podré encontrar un lugar para mis plantas? Este tipo de preguntas salieron de su boca tan pronto le presentamos los mapas y abundamos sobre los detalles del proyecto. Esta señora se ha dedicado en cuerpo y alma al mantenimiento de su hogar que también fue de sus padres. Aunque nos confiesa que siempre “coje calle”, regresar a su casa le brinda paz, espacio de comunión con sus orquídeas y momentos llenos de brisa gracias al movimiento del agua que corre por los canales en la parte posterior de su casa.  

Una vez concluimos con la entrevista continuamos bordeando los canales de riego. Unos pocos metros adelante encontramos un cultivo de habichuelas tiernas de un joven agricultor de 29 años. Sus manos mostraban el sacrificio de trabajar la tierra pero sus ojos solo expresaban amor por ella. “Desde los 22 años yo trabajo la tierra y pase lo que pase yo estoy dispuesto a luchar por ella” nos expresó. De todo el trayecto este era el primer espacio dedicado a la agricultura que identificábamos, paralelo había otro espacio reservado a las berenjenas que suplirán a las plazas de mercado de las zonas aledañas. Ya sin más reparo y con un poco de retraso cruzamos por otros cultivos de habichuelas verdes, caña, plátano y berenjena, aquí algunos campos eran irrigados con agua de los canales de riego. Finalizado el tramo dimos con don Pedro, señor mayor que había decidido mudarse del centro del pueblo a las afueras, lamentablemente su casa colinda unos metros con la extensión de la vía. Su reacción fue indescriptible, nuestra misión ante todo es educar y difundir la información, tarea que cuesta pues requiere de sensibilidad y empatía hacia el prójimo. La práctica y experiencias nos perfilan en la marcha desde comunicar hasta compartir con nuestras colegas, las vacas.Ya al final de la calle 4494 seguimos bordeando el canal acompañado por más vacas. Ascendimos un cerro desde donde divisamos un lago, la costa y el urbanismo desparramado que permea en esta pequeña isla. Una pequeña cantera ya inactiva se imponía en la vista, la fotografiamos y geo-referenciamos para comenzar a descender acompañados por judíos, guaraguaos y pitirres. En el descenso un corte en el cerro de unos 10 metros de alto obstruyo nuestra marcha, bajamos hasta la base y continuamos caminando hasta encontrar el restaurante Plátano 494, donde nos recibieron con una amable sonrisa. 

Seguimos nuestro rumbo hacia una colina paralelo a los canales de riego, entre pastizales pasamos a una zona un poco más boscosa. Entre enredaderas y grandes árboles como el almendro y mangó apareció una gran casa en el bosque, sin dudarlo Mariana y Miriam decidieron entrar a ella. Todo parecía una  escena de película, un montón de ropa regada con papeles, cojines, madera con polilla, juguetes, hay mi madre eso parecía un nido de ratones. La curiosidad fue tanta que comenzamos a revolcar uno que otro papel, allí de algún rincón apareció una libreta de jornalero, su año 1947 y la paga $2.50 semanal al obrero de caña. Esta casa almacenaba historia un tanto conocida a través de la academia pero ajena en la práctica. Tener esa libreta de jornalero en nuestras manos fue abrir una ventana al pasado, imaginar aquel episodio por el que tantos obreros  se sacrificaron y allí luego de más medio siglo cubierta de polvo y reducida a nada se encontraba llena de nombres, pagos y horas en el cañaveral. Al pie de la casa llegamos a la 112 donde documentamos una cueva rellenada de basura para luego despedirnos de los compañeros Laborde y Biaggi y pernoctar en la ganadería de Benítez Toledo. Él muy amablemente nos recibió en su oficina y ofreció un espacio para enganchar las hamacas-casetas, experimentar el proceso de ordeño y disfrutar de un café con leche fresca antes de prepararnos para descansar. Buenas noches seguidores hasta otro gran día.




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